La historia es sencilla. La joven estrella culinaria Jordan
Kahn abre Vespertine, su nuevo restaurante en Los Ángeles. No está llamado a
ser un restaurante más: el cubierto sale a 500 dólares por cabeza y todo indica
que es, con diferencia, el restaurante más caro de la ciudad. No está mal por
una comida. A 100 dólares por escalón se sitúa un peldaño por debajo de lo que
se cotizaba en Noma Tulum, la bizarra aventura que René Redzepi mantuvo un
semestre en la Riviera Maya, y a 10 del nivel estratosférico y más bien obsceno
que alcanza este año el Sublimotion de Paco Roncero en Ibiza: 1.500 dólares por
experiencia, que es como algunos le dicen a la comida cuando tienen que
justificar precios como ese. Llegados al punto de buscar un cierto tipo de
público la cocina deja de ser un reclamo; la exclusividad queda en manos del
precio. Cuanto más alto, más cadenas de oro, más exhibición hortera en la mesa
y más deportivos de lujo en la puerta. Glamour de suburbio moscovita.
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