Cuando Vanesa Lorenzo (Barcelona, 1977) está frente a la
cámara no existe nada más. Sus más de 20 años como modelo le dan esa seguridad
y soltura con la que se desenvuelve ante el objetivo. “No te preocupes que yo
abro el ojo”, le dice entre risas al fotógrafo que intenta que el sol no le
pegué directo al rostro. Sonriente, simpática y natural, así es la modelo que
desfiló para las principales marcas, en 2012 lanzó su propia línea de ropa, en
2016 publicó Yoga, un estilo de vida (Planeta) y que el pasado jueves fue
nombrada embajadora de los yogures ecológicos Las 2 vacas en Madrid. “Acepté el
proyecto porque es un producto que está alineado a mi estilo de vida. Mis
trabajos tienen que tener coherencia con mi forma de vivir”, expone.
Hace dos decenios que Lorenzo estableció cómo quería que
fuera su filosofía de vida. “Llegué con 20 años a Nueva York, allí mis
compañeros me hablaron del yoga”, recuerda de sus primeros pasos en esta
práctica que ahora forma parte de su vida y la de su familia. No es nada raro
verla haciendo alguna asana junto a su pareja, el exfutbolista Carles Puyol. Es
más, ambos suelen compartir en sus redes sociales imágenes de los dos
practicando alguna postura. Algunas de esas fotos de yogi le han dado a Lorenzo
algún que otro disgusto, pues se la ha criticado por su delgadez. Sin embargo,
ella intenta solo enfocarse en lo positivo. “Me gusta dar contenidos para
inspirar y mejorar. No entiendo la crítica negativa, creo que no sirve de nada.
Eso no quiere decir que no me afecte algunas veces”, reconoce Lorenzo, que
además de bloguera, modelo y diseñadora es madre de dos niñas, Manuela, de 3
años, y María, de 1.
Aunque la vida saludable y el bienestar sean parte
importante de la vida de la modelo, no está obsesionada con la eterna juventud.
“La madurez empieza a ser belleza”, reflexiona. No obstante, admite que tanto
en la industria del entretenimiento como en la sociedad todavía queda mucho
camino por recorrer en esta batalla. “No solo como modelos, sino como mujeres
tenemos mucha presión por aparentar ser siempre jóvenes. A los hombres no les
pasa lo mismo. Ellos con canas son atractivos e interesantes. Qué rabia”,
sentencia.
A pesar de ello, la
experiencia que le da haber desfilado para marcas como Yves Saint Laurent y
Giorgio Armani le permiten también destacar los avances, aunque pequeños, que
la industria de la moda ha sufrido en los últimos años. “Es bueno que cada vez
más las firmas reflejen belleza a través de mujeres maduras”. Y es que la
catalana aplaude que las marcas fichen a modelos maduras como imagen —a sus 56
años Julianne Moore se acaba de convertir en rostro de la marca de lencería
Triumph o el caso de Helen Mirren, embajadora de L’Oreal a los 71—. “¿Por qué
una mujer madura no puede ser sexy? ¿Por qué una mujer de 50 años no pude
vender con la misma fuerza un sujetador?”, cuestiona.
Además de reivindicar la madurez sigue manteniendo una
visión clásica de la industria. “Ahora parece que las nuevas generaciones de
modelos entran y salen. Que no son del todo constantes. Quizá a lo mejor son
modelos de un recorrido más corto. Yo empecé con 11 años y sigo trabajando”,
dice con nostalgia. La misma que sintió el pasado febrero en el desfile con el
que el diseñador Juan Duyos celebró 20 años de trayectoria. “Al final me
emocioné mucho. Fue un reencuentro precioso, no estoy hablando solo de modelos,
sino de todo el equipo. Todos nos sentíamos partícipes. Estábamos creando moda,
poesía”, recuerda. Quizá esa camaradería de la que habla Lorenzo es la que se
echa en falta hoy. Esas modelos de “recorrido corto” que menciona son las
mismas que gracias a su visibilidad en las redes sociales han llegado a la cima
en poco tiempo.
Lorenzo, sin embargo, prefiere pertenecer a las de antes,
las que se formaban de a poco, “a golpe de pico y pala”.
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